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Escrito por Gety Pavez VIdal  
Jueves, 18 de Abril de 2013 16:27
 La vida tiene paradojas y muchas, pero siempre me ha llamado la atención una que se nos inculca desde la niñez y que nos acompaña en el mundo laboral. Me refiero a la educación en torno al dinero. 

Desde pequeños nos enseñan la importancia del ahorro y nos regalan alcancías, pero el  ícono de ese ahorro es el ‘chanchito’ un animal que vive en el barro y se come las sobras. Nos dicen que la plata es sucia que hay que lavarse inmediatamente las manos. Además estamos llenos de eufemismos, como por ejemplo el dinero no hace la felicidad, pero la financia. 

Cuando ingresamos al mundo laboral la plata se transforma en un mito, en un foco de vergüenza, hasta de culpa. Nadie dice cuanto gana. Es mal visto. Así como también es mal visto que la mujer gane más que el marido, que alguien pida un aumento de sueldo, porque se lo merece (antes se de eso se esgrimen argumentos en torno a necesidades de salud o familiares). Incluso es mal visto que una empresa tenga metas altas y ambiciosas; que busque un retorno de su inversión de manera constante. 

Sin embargo, es legítimo y por su puesto necesario que la empresa tenga metas, lucro y rentabilidad y que el colaborador sienta suya esas metas; porque si la empresa gana, el trabajador también lo hace. Es cierto que hay casos donde se abusa o se lucra en torno a malas prácticas, pero aquí estamos hablando bajo supuestos de responsabilidad y sustentabilidad. 

Esta forma de mirar y evaluar el dinero – insisto en esto de la culpa y vergüenza – tiene funestos resultados a la hora de negociar el sueldo, una propuesta o incluso en defender un punto en vista en torno a un factor económico; lo que deriva en que algunas personas o empresas dejen de ganar. 

El sueldo, el bono de producción, de reconocimiento, la repartición de utilidades son  formas legítimas de pagar e incentivar un trabajo bien hecho. El dilema está en que partimos enseñando el dinero como un concepto negativo y no como un agente de desarrollo y productividad. Comunicarlo en su justa dimensión nos ayudará a quitarle ese estigma de lo vergonzoso e incluso a abrir un poco más allá nuestra capacidad negociadora y por ende, a rentabilizar más el negocio. 

Virginia Pandolfo Zugno
Gerente PayRoll Capacitación